TORMENTA

Baña el mar su cuerpo a medio camino de la desnudez; el agua se aferra a sus tobillos para no dejar que escape siquiera su reflejo. Ella camina decidida a fundirse en su salino regazo, despojando sus ropajes con gracejo cual sensual striptease del que nadie era testigo. No quería sin embargo despertar bajos instintos con su actitud, ni provocar desamores que ante su belleza cayeran moribundos. Su intención es tremendamente más insana, más tristona está su alma, desconchada por tantos años de sufrimiento innecesario.
En su camino se han ido quedando atrás las prendas que antes cubrían su cuerpo y en su total desnudez avanza firme hasta que el agua ha alcanzado ya sus rodillas. El viento sopla y un frío intenso azota su rostro, pero sin embargo no parece siquiera inmutarse.
Las olas alcanzan ya la parte alta de sus muslos y por un momento se mantiene inmóvil. Sus cabellos se mecen de forma violenta por la ventolera y azotan su espalda, sus hombros y su cara. Se gira hacia la playa y el brillo de sus ojos parece ser el indicio de unas lágrimas prestas a brotar en desamparo.
Con decisión volvió a dirigir sus pasos al frente hasta que el manto salado cubrió por completo su cuerpo. Pasados unos minutos desapareció todo rastro de ella y… abriendo los ojos despertó del cautiverio de una pesadilla que le atormenta cada noche…

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