Maldito orgullo

A veces me pregunto por qué seremos tan orgullosos, por qué nos cuesta tanto reconocer nuestros errores. Todo el mundo quiere ir a su aire, sin aceptar que nadie les lleve la contraria; vivimos en el mundo ideal en el que sólo se admiten halagos, nunca críticas. ¡La de amistades que se han roto por el maldito orgullo! Todos somos las mejores personas del planeta y todos alardeamos de ser buena gente, buenos amigos... y sin embargo luego no hay otra solución posible que la de dejar a un lado a aquella gente que hemos hecho daño y no hemos sido capaces de recular. Es más fácil culpar a los demás por enfadarse ante algo que hemos hecho mal, hasta el extremo de romper cualquier tipo de relación.
A nadie le gusta recibir críticas, pero tampoco se puede pretender vivir en el mundo de los halagos continuamente. Es una verdadera pena, pero el orgullo siempre será más poderoso que nosotros mismos...

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