Vivo abandonando sentimientos en cunetas de un papel hecho pedazos, desechando cicatrices de unos sueños no vividos que en jirones despedazan las entrañas de mi alma. Y necesito asirme a la soledad, mi única escudera fiel, para levantarme cada amanecer con ganas de vencer el miedo a estrellarme una vez más en el muro de la insensatez y la locura.
No resulta fácil ser partícipe del viento, cronista de la tristeza, ni soñador despierto.
Y no quiero ser poeta de dolores sin sentido, de penas que sin razón atormentan el camino de nuestras vidas, ni ser el vagabundo de unos sueños que han querido subsistir mas se atormentan al saberse ficticios. Tampoco quiero ser pregonero de tristezas, ni de mancilladas esperanzas que no parecen tener final feliz. No quiero ser periodista de noticias de corazones rotos, de lágrimas de dolor y de amargura y tener siempre presente que lo que no te mata, te hace más fuerte.
No resulta fácil ser partícipe del viento, cronista de la tristeza, ni soñador despierto.
Y no quiero ser poeta de dolores sin sentido, de penas que sin razón atormentan el camino de nuestras vidas, ni ser el vagabundo de unos sueños que han querido subsistir mas se atormentan al saberse ficticios. Tampoco quiero ser pregonero de tristezas, ni de mancilladas esperanzas que no parecen tener final feliz. No quiero ser periodista de noticias de corazones rotos, de lágrimas de dolor y de amargura y tener siempre presente que lo que no te mata, te hace más fuerte.
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