Perder el norte

A veces, en la oscuridad de la noche me habla la luz del sol y me recuerda que el paso de los años es inevitable, el tiempo corre, los vientos que hoy soplan a mi favor puede que mañana lo hagan en mi contra; por el camino va cayendo gente, personas que ayer me adoraban hoy me odian, amistades que antaño me aborrecían hoy me solicitan, pero siempre hay alguien, siempre hay una persona que no se sabe muy bien por qué, se queda habitando en un pequeño rincón que nuestra alma, de nuestro corazón, de ese corazón que esa mentada persona nos recuerda que aún poseemos.
Siempre queda alguien a quien por mucho que pase el tiempo eres incapaz de olvidar, incapaz de odiar, incapaz de no echar de menos. Ese alguien que a la vez te ha destrozado y minado el alma, que ha desgarrado tu corazón hasta el extremo del silencioso llanto que entre las pequeñas gotas de luz que desde una solitaria farola se cuelan por aquellas pequeñas rendijas que de las láminas de una vieja persiana perlan una triste habitación se hace casi inapreciable..
Es entonces, cuando una vez más el recuerdo martillea mi cabeza y un pequeño susurro de viento me recuerda vagamente su nombre, cuando me planteo hasta dónde ha de parir mi mente vestigios de un ánima que debiera ya haber agotado tiempo ha. Pero sin embargo, no hay respuesta. Sólo un tímido quejido de mi alma en pedazos rota que me pide una tregua para tal tormento, pues no es sino ése, el único motivo de haber perdido el norte en más de una ocasión.
¿Y si el sol no escribiera sombras en las aceras?¿Y si las estrellas perdieran de golpe su esplendor? Se echarían de menos pese a no haberle dado nunca la importancia merecida. Así se dibujan hoy mis sentimientos, en una hoja de papel inexistente, con tinta invisible y en el más absoluto silencio... Hoy no he perdido el norte, lo he recuperado, pero... ¿hasta cuando? No lo sé.
Hay personas que nunca se olvidan pese a habernos destrozado el alma, más de una ocasión, más de diez y, sin embargo quedan en el olvido aquellos que siempre estuvieron a nuestro lado y por un pequeño desliz dejaron de estarlo. No perdáis el norte.

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